martes, 10 de noviembre de 2009

SERGIO FUENTES JIMÉNEZ

¿Cómo sabes cuando alguien es en verdad tu amigo? Cuando yo conocí a Sergio me cayó mal. Ví en él la cara opuesta a mi "seriedad" ante la vida, a como yo aprendí en mi familia lo que era la vida, sin caracajadas estridentes, sin comentarios "triviales", sin expresiones efusivas, bla, bla, bla. De la primera impresión pasamos a conocernos mejor en Primero "E" y fue en una de nuestras primeras huelgas, nuestra primer guardia, que por cierto la hicimos acompañados de una guitarra con la que él cantó "El hombre del piano", con una emoción y una energía tan contagiosa, que a todos nos hizo cantar hasta quedar roncos, para él seguir cantando, hasta el amanecer ( o hasta el cambio de guardia), que mi opinión comenzó a cambiar. Mi visión de Sergio fue cambiando poco a poco, platicando, descubrí a una persona con una filosofía de la vida realmente profunda, una filosofía que aún perdura en mí, que la llevo muy presente cuando se trata de mostrar el aprecio por las personas con las que me relaciono en todos sus detalles, Sergio era muy detallista, gracias a él yo aprendí a valorar a las personas como tales expresando verbal y físicamente lo que sentía por ellas, también aprendí que hacer sentir bien a los demás no te cuesta, con una frase, un gesto, un reconocimiento en su momento, es algo que nos enriquece a nosotros mismos en nuestra calidez como seres humanos, cosas tan obvias que no las expresamos porque los demás "ya lo saben", por ejemplo, que "si la sopa que te sirvió tu madre está rica, díselo" -pero ya lo sabe, "-no, díselo!, a ella le va a encantar, díselo" Aprendí a expresar mis emociones, algo muy natural en él y muy difícil en mi formación familiar y en mi carácter. También aprendí a saber cuando alguien es verdaderamente tu amigo cuando te dicen: -"wey, te huele la boca", como que no te gusta en el momento pero al final de cuentas lo agradeces, un amigo te habla con la verdad, aunque te duela, un amigo  es cuando alguien te muestra una nueva faceta ignorada de la vida, de tu vida y te la muestra y te la comparte generosamente, aprende de tí y uno aprende de él, entonces, esa persona se vuelve tu amigo. Cuando Sergio visitó mi casa, todo mundo muy serio, los hizo reir a todos, les cayó muy bien, cuando visité su casa, me encantó su familia, una gran tribu, todos hermanados, todos unidos, muy divertidos, bromistas, una hermosa familia. Hubo un concurso de poesía en la normal, recitó "Los motivos del lobo", de Rubén Darío, hubo varios que lloramos, viajábamos luego sin un peso en la bolsa, algo muy común en esa época, y vivimos juntos con otros compañeros en varias casas, una de ellas con Alfredo Chávez, otra en un depa donde nuestros vecinos fueron Javier Llamas y José Luis Hernández. El día que se casó con nuestra compañera María Anita Torres, todo el día tuvo dolor de muelas y yo le decía, "no le saque, ca...ón.." una boda muy alegre, con una novia muy bonita. La última vez que nos vimos él y yo, yo iba de La Barca a Guadalajara, había pasado a saludarlos y a conocer a su primer hija, tuvieron dos, él me acompañó hasta tomar mi camión y en el camino tuvimos la que sería nuestra última charla, sin saberlo, una plática que agradezco tanto a Dios porque me quedó clara una cosa: ellos dos, mis dos amigos, los dos, compañeros míos, eran muy felices, disfrutaban muchísimo su nueva vida y Sergio, apegado a su costumbre de expresar todo verbal y físicamente con sus manos, con su cuerpo, con su mirada, me dejó claro que aquel momento de su vida, aquella familia que estaba formando, era algo que no la cambiaba por nada en en el mundo, era lo que más amaba y quería de la vida y la quería para siempre, y para siempre la tuvo, sus hoy dos hijas, hermosas, pueden sentirse muy orgullosas del padre que tuvieron, un hombre animoso, optimista, que contagiaba de alegría a todos, super expresivo y super cariñoso, un gran padre, un gran amigo, un gran hermano y Anita, mi amiga, debe sentirse orgullosa y feliz de que Sergio la amó y respetó, siempre. Que Dios los bendiga.
Rafael Chávez V.

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LOS RECUERDOS QUE TENGO DE SERGIO FUENTES SON MUY GRATOS. RECUERDO LA VEZ QUE ME ACOMPAÑÓ A LLEVAR SERENATA A MI NOVIA, HOY MI ESPOSA, ALLÁ POR EL JARDÍN DEL RICO, Y PUES CLARO QUE EL QUE SE PARÓ EL CUELLO FUÍ YO. OTRA EXPERIENCIA QUE TUVE CON SERGIO FUE CUANDO NOS TOCÓ PRACTICAR JUNTOS EN EL PUEBLITO DE CONTLA. SIEMPRE LO RECUERDO POR SU OPTIMISMO Y ALEGRÍA QUE TRANSMITÍA A QUIEN CONVIVÍA CON ÉL. ME SIENTO ORGULLOSO DE HABER CONTADO CON SU AMISTAD.
Ramón Barreto

1 comentario:

Hernández dijo...

Recuerdo de muy buena manera a mi compañero Sergio. Por él sentía una especial admiración, misma que era alimentada por esas habilidades que tenía como orador y cantante, por su bien timbrada voz y su contagiosa sonrisa. Su deceso realmente me dolió. Y más al saber algunos detalles de su fatal desenlace acá en la tierra de sus amores.¡Gracias por tu amistad Sergio!¡Que Dios te bendiga paisano!