¿Ya estamos viejos, no?
Yo soy Eduardo y fui conocido como el brujo o el tildío, actualmente trabajo en Atoyac, Jalisco y viví en dos casas para estudiantes: La primera por Juárez (muy cerca del inolvidable jardín del rico) con una señora viejecita que por cierto era mudita (por suerte), junto con los primos Ponce (Adolfo el cabezón Ponce y José Luis el caballo Ponce). Por cierto a este último yo le puse el sobrenombre.
La segunda casa en que viví fue con la señora Chepa en donde me tocó compartir el ayuno con Rafa Chávez (del Grullo), Chuyín Castillo y Gustavo Arce (de Ixtlán del Río Nay) y el güero Camacho (de Guadalajara).
De esa casa me corrieron pero nunca me salí(ja, ja, ja).
Cuando conocí mi escuela Normal quedé fascinado por lo grandota y porque tenía alberca pero principalmente porque yo venía de un ranchito de unas cuantas familias y me parecía otro mundo aquel pueblo grandote que ya desde aquel entonces se llamaba Ciudad Guzmán.
Era mágico recorrerla y ver su enorme teatro al aire libre y su teatro cerrado, su gimnasio, sus tres pisos de aulas, sus talleres, su parcela y su mundo de adolescentes. Cada uno de ellos con su historia personal.
Era mágico saber que tenías una beca y que representaba un billetote para quien estaba acostumbrado a tener muy poco o casi nada que es lo mismo pero más mágico aún darme cuenta ahora que varias veces salíamos fuera de la ciudad sin un centavo y aún así nos divertíamos.
Rafa Chávez, Sergio Fuentes (Q.E.P.D) y yo nos fuimos una vez de raite hasta Manzanillo con unos parientes de Rafa que tenían un hotelito y nos fuimos sin lana y nos paseamos de lo lindo. No cabe duda que el dinero era otra cosa en aquel tiempo porque poca falta nos hacía para darle vuelo a la hilacha.
Para mi fue inolvidable mi estancia como estudiante de mi querida escuela Normal.
Eduardo Ramírez Ruelas
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